El cannabis y los coches viejos los culpables de la mayoría de accidentes
Cuando acabe mayo, las estadísticas de Tráfico reflejarán
que, por tercer mes consecutivo, la siniestralidad sube respecto a 2013.
De
hecho, los 73 muertos registrados hasta el día 28 son ya uno más que los que se
produjeron durante todo mayo del año pasado, aunque en el acumulado el
diferencial es escaso: 396 fallecidos frente a 392.
La cuestión no alarma en la DGT, pero sí preocupa y, por
ello, llevan ya un tiempo rastreando con más ahinco alrededor de los
accidentes.
"Hemos estudiado todas las hipótesis y descartado que ese alza
se deba a que la gente corra más o use menos los dispositivos de seguridad. De
hecho, sólo nos han quedado dos hipótesis" desveló ayer María Seguí,
directora del organismo.
Un análisis, por cierto, en el que no aparece la posible
influencia del estado de las carreteras ya que esta mención casi no existe en
los atestados que elaboran los agentes.
"Por un lado, la antigüedad media de los turismos donde
han fallecido personas sigue creciendo y ya está en los 12 años".
Lo cual
tiene su lógica, pues también el parque no deja de envejecer y el dato medio no
está muy lejos de aquel. Es más, se podría argumentar a contrario diciendo que
esa evolución también se ha dado en los años previos cuando la siniestralidad a
la baja.
Resulta más revelador compararlo con la edad media de los
coches implicados en siniestros con víctimas, que baja a 11,3 años. Es decir,
la mayoría de los coches involucrados son viejos, pero aquellos donde viajaban
los fallecidos lo son más.
El otro elemento que no se descarta es "el aumento del
consumo del cannabis entre la población". Son datos externos a la DGT, que
no puede relacionarlos con la accidentalidad, pues aún no se dispone de esa
información referida a los fallecidos en accidentes.
Pero les dan la máxima importancia porque precisamente ayer
Seguí presentó los resultados de la última investigación que han realizado
sobre alcohol, drogas y conducción.
El principal resultado es que el 12,1% de los 3.000
conductores controlados entre mayo y noviembre de 2013, dieron positivo por uno
o ambos de esos productos.
El porcentaje es varios puntos inferior a otro
informe comparable de 2009, pero la conclusión que termina poniendo sobre la
mesa es contundente: si nadie diese positivo en alcoholemia o consumiese
drogas, se podrían salvar –en el escenario menos favorable– 960 personas al
año. En 2012, se registraron 1.903 fallecidos.
De ahí que atajar esta cuestión sea "la intervención
prioritaria" de la DGT, "ya que es la que puede tener un mayor efecto
sobre la reducción de la siniestralidad".
En concreto, el organismo tiene previsto realizar este año
20.000 pruebas de consumo de drogas, casi cinco veces más que las de 2013.
Asimismo, se pretende llevar estos controles (y los de alcohol) más allá de las
zonas calientes, extendiéndolos también a carreteras secundarias y a colectivos
más amplios y dotándoles de mayor agilidad.
Es un paso más en el camino trazado hacia la tolerancia cero
que, por ejemplo, ya se ha visto reforzado en la nueva Ley de Tráfico con un
incremento de las sanciones.
La cuestión, señalaba ayer Seguí, es que no pase como con el
alcohol que "después de 33 años de controles y casi 196.000 fallecidos en
accidentes, el 3,1% de los conductores sigue dando positivo".
El dato sube
al 5% si atendemos a los automovilistas implicados en accidentes y se dispara
al 30% en los fallecidos. Entre la población general, sólo el 12% admite
ingerir alcohol de forma diaria.
En el caso de las drogas, el consumo entre los conductores
(6%) está por debajo del poblacional (7%), pero sube hasta el 15% cuando se
trata de los que mueren en accidentes.
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