El cambio de estilo de Maserati

Es un coupé de cuatro plazas que toma el nombre de un modelo, aparecido en 1965, que fue importante en la historia de la marca. Esta reedición ha sido una de las novedades del Salón de Ginebra de este año y su comercialización se va a iniciar en breve en España a un precio todavía sin fijar, pero que debe situarse entre los 8 y los 9 millones de pesetas. Es 14 centímetros más largo, de distancia entre ejes, que los coupé de la serie 222/228, que repercuten enteramente en el habitáculo, que ofrece una buena habitabilidad para cuatro plazas. 

Además, la altura del techo ha sido aumentada, lo que además de mayor amplitud facilita el acceso a las plazas traseras, bastante bueno para ser un dos puertas dado que el asiento avanza ligeramente. 

Con respecto a otros Maserati, nada más ponerse al volante del Ghibli se nota una intencionalidad diferente. El funcionamiento del coche es más silencioso, el motor más progresivo y las suspensiones, dotadas de amortiguación programable, son más confortables. Los interiores mantienen el estilo típico de Maserati en los últimos años, pero mejorado en algunos detalles. 

Por ejemplo, el climatizador tiene ahora un diseño más coherente con la presentación a base de cuero y madera. Sin embargo, junto al tradicional detalle del reloj analógico tipo joya, en el salpicadero sobreviven unas antiguas palancas de los indicadores de dirección. El volante de la unidad probada era en madera, debido a que es el que más piden los clientes españoles de Maserati, pero se puede obtener también forrado en piel. La posición de conducción es buena y los asientos son confortables, tanto los delanteros como los traseros, agradeciéndose el que los delanteros tengan un respaldo más alto. El equipamiento es completo y con buenos detalles, pero sin embargo falta el ABS que el hasta ahora presidente de la marca, Alessandro De Tomaso, consideraba poco coherente con la deportividad de sus coches. 

El acabado es correcto y los defectos de presentación se le pueden atribuir, más que al montaje, a algunos detalles inadecuados como el ya mencionado de las palancas de luces e intermitentes. El motor es el V-6 de 2,8 litros con culata de 24 válvulas y dos turbos que desarrolla 280 caballos. Ha sido trabajado para que desarrolle la potencia de forma muy progresiva y se debe reconocer que lo han conseguido. Durante la prueba, hubo momentos de conducción en piso mojado y deslizante sobre el que la potencia del coche resultó fácil de dominar. Además, en tráfico urbano responde bien cuando se le pide que se recupere de bajas velocidades en marchas largas, mientras que el cambio hará las delicias de los amantes de los coches deportivos por su rapidez y su precisión. Las prestaciones son excelentes. 

El coche supera con facilidad los 250 kilómetros por hora, pero lo más importante es que tiene unas aceleraciones y recuperaciones sensacionales. Los adelantamientos a su volante son rápidos y por tanto muy seguros. La dirección, cuya asistencia no resulta en ningún momento exagerada, resulta muy precisa en todo momento, y los frenos son suficientes. Hay que decir que su regulación es buena y que lo cierto es que en ningún momento mostraron tendencia a bloquearse. 

El comportamiento es muy sano y noble. En condiciones normales se mantiene en la trayectoria fielmente. En curva cerrada, en conducción rápida, puede llegar a deslizar ligeramente del tren posterior cuando se acelera a la salida, pero siempre de forma progresiva. Hay que insistir sobre el buen funcionamiento de la amortiguación regulable, que utilizada de forma conveniente, tiene gran responsabilidad en el buen comportamiento del coche. Para terminar hay que llamar la atención sobre lo bajo del coche, lo que no hay que perder de vista cuando se entra en garajes o se pasan lomos del pavimento.

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