Los hombres que se depilan son sarasas

No sé si es pena, susto o repugnancia. Lo ves así, tan desnudito, tan pálido, tan sin saber de cuándo acá mil flashes. El pobrecito parece no inmutarse y mantiene el tipo, pero no lo está pasando nada bien. Porque, vamos a ver, imagínate que un día te levantas con el ombligo en el codo o la palma de una mano con escamas en fucsia, un poner. Y que sales a la calle como si nada. Un murmullo creciente en torno a tí, pero nadie que se atreva a decírtelo a la cara, como al emperador nudista. Qué mosqueo, tú.


Pues sí, el pollo es el hombre. Y los científicos israelíes, una vez más a la vanguardia en el tema revelaciones, han dado con el secreto de la depilación avícola definitiva. Pero a costa de la estética. Y a lo mejor también de la ética. Vence el escalofrío y vuelve a la imagen. El animal en cueros deja al descubierto su esencia. Regordete, torpón y confundido. Las alas son mucho más pequeñas de lo que uno imaginaba. Vamos, unas alicas de cumplido, por decir que están ahí, por cubrir el expediente, para que luego no pueda quejarse de que le impidieron volar. Ahora, eso sí, una cresta de antología, como de «aquí estoy yo, y a ver qué va a pasar». En resumen: ridículo pero tristemente altivo. Pues eso. Humano, demasiado humano.

Dicen que los bichos salen más baratos al criador. Que se ahorra así una pasta en refrigeración, porque el ropaje les hacía sudar a los piopíos y no hay bótox que resista semejantes transpiraciones.Y quién sabe si no ha sido un invento inspirado por la ultraortodoxia judía más homófoba, que ha querido desterrar toda pluma de sus gallineros. Ellos, que lo pasaron tan mal con la provocación eurovisiva de Dana International y, sin embargo, lucen un look tan de divina con esos buclecitos.

Los invisibles controladores se han/nos han desenmascarado. He aquí una nueva y terrible especie que se añade a la taxonomía más demoledoramente real. La que demuestra que no somos más que el trasunto de un mísero pollo en medio de la nada de un Neguev. Solo y desvalido. Mortal y rosa.

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