Fiat cambia la filosofía de Maserati

Sólo Lamborghini, propiedad de Chrysler, y la renacida Bugatti, de origen francés, son ya las marcas italianas que se escapan al control de Fiat después de que ésta comprara Maserati hace apenas un mes. El gran grupo italiano poseía ya un 49% de esta fábrica de coches deportivos y berlinas de altas prestaciones, pero tras el derrame cerebral sufrido el pasado día 22 de enero por el accionista mayoritario, el industrial de origen argentino Alessandro De Tomaso, su familia ha terminado por vender el 51% restante por 6.200 millones de pesetas (incluido el 49% de Innocenti).



Esto ha dado lugar a una renovación de la cúpula dirigente de Maserati, cuyo nuevo presidente es Paolo Cantarella, el administrador delegado de Fiat Auto, y el consejero delegado, Eugenio Alzati. Estos cambios han dado lugar a una reestructuración de Maserati, que en el último año había tenido que reducir su producción a menos de la mitad.

Alzati ha comenzado a viajar, visitando a todos los importadores, de cara a renovar la imagen de la compañía Al mismo tiempo, el producto de la marca también va a cambiar, perdiendo algo de su fidelidad a lo que se entendía debía ser en los años 50 un coche deportivo, para satisfacer las exigencias de la clientela actual, que no desea renunciar al confort ni a la seguridad que ofrece la tecnología moderna. Algo a lo que De Tomaso se había negado siempre. El veterano industrial de 65 años tiene el gran mérito de haber salvado a la compañía de su desaparición, se había negado a la aplicación en sus coches de elementos como el ABS o el «airbag» por considerar que destrozaban la imagen de sus coches, siempre dotados de motores potentísimos. El resultado eran coches con unas grandes prestaciones pero no siempre fáciles de llevar.

Los nuevos propietarios han iniciado el cambio desde el primer momento. Evidentemente, esta nueva tendencia será todavía más evidente en futuros modelos que la marca tiene en preparación, en los que se pretende prestar una mayor atención a la presentación y el acabado que hasta ahora había sido demasiado rudimentario en algunos aspectos por esa excesiva preocupación de Alessandro De Tomaso de atender sólo a la mecánica y el comportamiento. Por el momento, se mantiene una gama de cinco modelos, todos ellos evolución del Biturbo que a comienzos de la década de los 80 les permitió salvar a la famosa marca del tridente, al volante de cuyos coches Juan Manuel Fangio había conseguido ganar el último de sus títulos mundiales de Fórmula 1.

Fundada por los seis hermanos Maserati, los primeros coches de la marca datan de 1926. En 1937, durante la dictadura de Mussolini, la vendieron al industrial Adolfo Orsi, aunque los hermanos Maserati, quedaban ya sólo tres, siguieron gestionándola.

Orsi la mantuvo en su poder 30 años antes de venderla a Citroën que, tras la crisis de 1974, la cedió a los trabajadores. Estuvo bajo tutela estatal durante tres años hasta que De Tomaso la tomó en sus manos. Aunque el modelo Biturbo, origen de la gama, había sido diseñado por Zagato, los últimos modelos, el Shamal y el Ghilbi, han sido un trabajo de Marcello Ghandini. que se ha encargado también de retocar estéticamente a los ya existentes para reactualizar sus líneas. La producción de Maserati, que había llegado a ser de más de 3.000 unidades al año, cayó en 1992 a algo más de mil unidades. Sin embargo, la compañía no parece que vaya a necesitar de grandes reestructuraciones de plantilla para mantener la rentabilidad. Desde el punto de vista comercial, sí se está procediendo a una renovación.

En España, por ejemplo, Pedro Lezcano, presidente de Auto Barajas, importadora oficial de la marca, ha iniciado la búsqueda de diez nuevos concesionarios que le cubran el territorio nacional, al mismo tiempo que liquida, con descuentos importantes, el stock de coches que quedan de la época de De Tomaso, simplemente porque pertenecen ya a otra época.

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