Armas caseras contra Asad

El debut en el conflicto sirio del primer blindado de los Halcones del Norte fue muy breve. Como recuerda Abu Yahia, el tanque llegó a disparar varios proyectiles contra las posiciones del ejército leal a Bashar Asad. Por poco tiempo. 
«De repente se le rompió la dirección y empezó a dar vueltas. Parecía que nos iba a disparar a nosotros», asegura. 
Con destornilladores y alicates, Abu Yahia lleva días intentando arreglar el viejo vehículo capturado hace dos semanas en Jabal Zawiya. No lejos de allí, en una aldea cercana, dos miembros de la misma facción se encuentran soldando un trozo de tubería a un jeep al que después -dicen- adosarán una ametralladora pesada.

«Empezamos a fabricarlos hace dos meses. Ya tenemos dos 14,5 mm y estamos terminando un Shelka [vehículo con armamento antiaéreo]», reconoce Ahmad Abu Issa, el líder de los Halcones. «Pelearíamos contra Bashar hasta con piedras. Hacemos lo mismo que los palestinos». 
Pese a las informaciones difundidas sobre un creciente suministro de armamento moderno a los alzados sirios, Abu Issa y otros jefes del Ejército Libre de Siria consultados por este diario aseguran que la mayoría de su arsenal sigue siendo una amalgama de armas confiscadas o «compradas» a los militares de Damasco, y la parafernalia artesanal que están fabricando ellos mismos. 

«Sólo hemos conseguido AK-47 y nuevos proyectiles para los RPGs. Estamos hablando de 1.650 para toda la provincia de Idlib. Mi grupo sólo recibió 60. No vienen de Qatar. Los hemos comprado en el mercado negro», precisó Basil Essa, líder de los Mártires de Idlib, otra facción de la provincia norteña. 

El coronel desertor Qasim Saad al-Din reconoció por ejemplo que un grupo del ELS capturó el lunes un notable número de ametralladoras y armas antitanque al ocupar brevemente la base de misiles de Al-Ghanto en Homs. 

Superados por la logística y el armamento de los uniformados gubernamentales, los rebeldes han optado por un arma que ya resultó devastadora para EEUU, en Irak: las minas caseras, conocidas por las siglas IED. Los caminos de Jabal Zawiya están plagados de estas bombas ocultas dispuestas a ser detonadas al paso de las tropas gubernamentales. 

Como en Gaza, los insurgentes han transformado casas y almacenes en «factorías de explosivos» para los que utilizan una mezcla de fertilizante agrícola y azúcar. «El Gobierno ha prohibido la venta de fertilizante en Idlib. Tenemos que ir a comprarlo a Alepo», señala Abu Yusef, otro jefe de los Halcones del Norte. 

Abu Abdo, un militante del grupo Mártires de Idlib, mostraba hace días uno de esos singulares explosivos arrojadizos: un trozo de tubo de metal soldado a ambos lados, con una mecha adosada. «Son Made in Idlib», decía sonriendo. En Jabal Zawiya rellenan los casquillos de balas de las ametralladoras pesadas con el mismo propósito. 

Para las minas utilizan todo tipo de recipientes: desde teteras hasta barriles de metal o latas de pintura. «Usamos cables y detonadores hechos con mandos para abrir puertas de garaje», precisó Abu Yusef. 

En EEUU, el Pentágono mantiene una detallada estadística sobre el uso de minas en el conflicto sirio y advierte de que su utilización registró un enorme incremento a partir de las últimas navidades. Sólo de diciembre a enero, los uniformados estadounidenses contabilizaron un aumento del 134% en acciones con estos explosivos artesanales. 

La inventiva de los grupos que luchan en Idlib no es algo exclusivo. En Homs, los rebeldes han llegado a diseñar un nuevo vehículo blindado adosando placas de metal a un Suzuki o una curiosa ametralladora apodada DN15 capaz de disparar lo mismo balas que cartuchos de caza, según los vídeos que mostraron en internet. Los alzados también exhibieron un cohete artesanal al estilo de los Qassam palestinos. 

Pese a su precariedad, la parafernalia bélica del Ejército Libre de Siria ha comenzado a causar bajas cada vez más significativas en las filas de los militares, según las cifras de víctimas de la agencia Sana. «El ejército sirio es muy viejo y estos nuevos RPGs son muy efectivos contra la mayor parte de sus tanques», añade Basil Essa, «lo mismo que las minas».

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